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“Los funcionarios dicen cosas que no son ciertas”

Admite que conserva la afiliación al Partido Comunista, que tiene la conciencia tranquila sobre su actividad durante la dictadura, que no le gusta leer los diarios ni ver televisión, y confiesa las dificultades que vivió su hija menor. Asume que siempre le costó escribir y dispara contra Horacio Verbitsky.

Por Gustavo Mendez


Directo. Chiche no se arrepiente de su labor en la dictadura. Dice que Perdía, Vaca Narvaja y Firmenich están vivos y fantásticos.

La camioneta Dodge Ram negra y blindada esconde detrás de sus vidrios polarizados a Samuel “Chiche” Gelblung (66) que, con agilidad, estaciona su vehículo en un estrecho espacio. Saluda gentilmente a los agentes de seguridad y a cada uno de los empleados de la emisora Radio 10, donde conduce Edición Chiche de lunes a viernes a las 18. Gelblung se muestra amable y hasta no duda en afirmar que, aunque muchos piensen que tiene un carácter difícil, es una buena persona: “Me considero un tipo bastante macanudo, un individuo del que yo sería amigo”, cuenta el periodista.

Chiche comenzó su carrera como periodista en la prensa gráfica, donde llegó a ser el director de las revistas La Semana y Gente en la década del 70. Su arribo a la televisión se produjo en los 90, con el ciclo político Memoria que se emitía por Canal 9. Ahora, es creador y dueño del portal informativo Minuto Uno, conduce Impacto Chiche en Canal 9 y Chiche en vivo por Canal 26, en el cual los temas van desde el espectáculo y la investigación, hasta los problemas sociales. Cuenta que le interesa muy poco tener como invitados a políticos, porque “hacer un reportaje a un funcionario es tautológico, dicen cosas que no son ciertas. No me importan y además hay muchos políticos que van a programas que son una poronga y al mío no. Como el caso de Aníbal Fernández”, confiesa Gelblung.

—¿En qué te fue mejor: radio, televisión o medios gráficos?

—(Risas) Pienso que en todas me fue bastante bien. No me puedo quejar, y creo que eso depende de la guita y del tiempo que ponga. Yo no mido qué me da más o menos, porque a veces hago cosas que me dejan menos dinero que otras por el solo hecho de que me apasiona hacerlas.

—Cuando empezaste en el periodismo, ¿te costaba escribir?

—Hasta hoy me cuesta. Cuando escribía lo hacía todos los días y nunca fue fácil. Pero tampoco es fácil hacer televisión, radio o dirigir. Sinceramente, te digo que escribir me pone nervioso y eso me genera dolores de espalda, de cintura y se me contractura el cuerpo.

—¿Leés a la prensa gráfica?

—Ojeo los diarios, pero la verdad es que prefiero leer libros. La prensa gráfica de hoy me parecen recortes arbitrarios; con una noticia quieren abarcar el mundo y eso es imposible. Están mal escritos y no me gusta lo que leo porque parece superficial, que no aborda temáticas constructivas. No veo testimonios, crónicas de la calle, y creo que el periodismo que se está haciendo es marciano.

—¿Consumís televisión?

—No.

—¿Por qué? ¿No te gusta?

—Primero porque no tengo tiempo. Segundo porque no me produce nada ver televisión, y de esa manera evito una contaminación. Tampoco escucho radio para mantenerme virginal y poder hacer mi trabajo tranquilo, sin incidencias.

—¿Te pasó tener cargo de conciencia por preguntar o decir algo en una nota?

—No. Todos buscamos efectos, desde que uno pone acentos en un tema o hace recortes en tal otro. En televisión se busca generar algo en el público cada 60 segundos porque si no la audiencia cambia de canal. Obviamente que si estoy haciendo una entrevista y veo que el tipo está diciendo boludeces o la nota empieza a decaer, lo tengo que cortar e ir para otro lado. Es una cuestión elemental que tengo para privilegiar el interés de la gente, con determinados matices y no puteándolo para que el tipo reaccione. Si no el periodismo en televisión no existe.

—¿Nunca te arrepentiste de nada?

—Todos los días me arrepiento de todo y mi autocrítica es la peor de todo el mundo. Muchas veces me arrepiento de no haber preguntado algo en el momento oportuno.

—¿Qué pensás de vos mismo?

—(Risas) Me considero un tipo bastante macanudo, un tipo del que yo sería amigo. Y ojo que no es fácil ser amigo mío.

—¿Alguna vez traicionaste tu integridad?

—Siempre fui súper leal a mis propias convicciones y no podría hacerlo de otra manera. Creo que a esta altura del partido lo puede decir la gente o los propios periodistas o compañeros. A algunos les gustará más, a otros menos, o algunos me putearán más u otros menos sobre mi trabajo, pero no pueden hablar de mi deshonestidad ni de venalidad. Muchos me critican porque era director de una revista durante el proceso y la verdad que mucha gente trabajó durante la dictadura. Yo muestro con orgullo mi participación, me muestro bastante claro y contundente en mi posición. No tengo nada que ocultar.

—Muchos dicen que tenías relación con la dictadura...

—(Interrumpe) Muchos dicen que soy facho y otros que soy comunista porque tengo una afiliación al partido. Me parece que nadie tiene el currículum tan limpio como para tirar la primera piedra y todos los que hoy se llenan la boca hablando de derechos humanos avalaban cosas peores del Proceso y desde ángulos más complejos. Numerosos adalides con imágenes de derechos humanos asistieron, presenciaron y son testigos jugados de las torturas en la ESMA. Yo no tengo por qué delatarlos, que los investigue la Justicia.

—¿Tenés la conciencia tranquila?

—Totalmente.

—Dijiste que estás afiliado al Partido Comunista. ¿Sos de izquierda o de derecha?

—¿Qué es la derecha y qué es la izquierda? Es un elemento para juzgar la realidad. Más que nada soy una persona liberal de izquierda. Tengo una formación marxista pero con esta realidad de hoy no sirve para nada. El mundo está en crisis con el destape financiero estadista que está viviendo el liberalismo de Estados Unidos, que se desmoronó como un castillo de naipes, como también reconozco que pasó con la Unión Soviética.

—Ideológicamente, ¿cómo ves la situación argentina?

—Estamos asistiendo al final de un sistema político, y no sé si lo que viene es mejor o peor. Llegué a la terrible conclusión de que este país está condenado históricamente al peronismo porque ha cometido una de las tareas más intelectuales, más fantásticas que he visto. En el peronismo hoy podés ser de izquierda o de derecha al mismo tiempo, centro capitalista, liberal, estatista, comunista. Es una mayonesa ideológica espectacular.

—¿El ex presidente Néstor Kirchner era montonero...?

—Kirchner no era montonero. Los montoneros murieron; o, mejor dicho, todos sobrevivieron. Los montoneros que fueron masacrados son aquellos pobres jóvenes perejiles que siguieron los ideales de la guerrilla y que creyeron la película. Perdía, Vaca Narvaja, Firmenich están vivos, fantásticos, gorditos y con la panza llena.

—En una nota en “Página/12” el periodista Horacio Verbitsky dijo que recibías una importante suma de dinero por publicidad de Aerolíneas Argentinas...

—(Interrumpe) Verbitsky dice tantas boludeces... Nosotros teníamos como anunciante a Aerolíneas como cualquier otro, y creo que en los tres medios en los que estaba era a un precio de 5 ó 10 mil pesos. Además era un canje publicitario...Verbitsky llegó a decir que Yuyito González estaba muerta y que yo llevé a una doble a un programa de televisión...

—¿No publicó que eran 20 mil pesos, y no como un canje..?

—No lo tomes a mal, pero el que cita a Verbitsky es tan pelotudo como él. Todo lo que viene de Verbitsky me tiene sin cuidado.

Setenta y cinco relojes menos

Cuando era director de Gente, Chiche Gelblung conoció a la modelo Cristina Seoane, quien se había presentado para hacer una sesión de fotos para la tapa del semanario. En ese momento, se enamoraron y tuvieron a sus tres hijos: Federico (2Cool, María (26) y Maggie (21). Ya hace 31 años que están juntos. Viven en el barrio de Abasto. Víctimas de la inseguridad, Gelblung pensó en radicarse en otro país.

—¿Sos un padre presente?

—Sí. Además respeto las decisiones de mis hijos y trato de darles contención si me la piden. Soy un buen padre que trata de compartir momentos con ellos.

—¿Qué pasa si Maggie se hace flogger o emo?

—No me preocuparía para nada porque ella ha transitado por todos los caminos. Es prolija y buscadora constante de tribus urbanas. Con una mente inquieta y abierta a las corrientes culturales de estos tiempos.

—¿Cuál fue realmente su problema de salud?

—Tenía bulimia y anorexia, pero lo superó con mucho esfuerzo y mucho dolor familiar.

—¿Cómo lo viviste?

—(Silencio) Terrible. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Por suerte lo superó con ayuda terapéutica, porque de afuera no podés hacer nada. Es un recuerdo muy duro y de impotencia.

—Ya con la mente en frío, ¿qué sensaciones te dejó el robo?

—Me dejó un sabor amargo, con 75 relojes y algunos pesos menos. Pero más que nada porque, aparentemente, el que le abrió la puerta a los ladrones era una persona que estaba para cuidarme, con lo cual me sentí defraudado.

—¿Se resolvió el caso?

—No. Mucho titular y poca realidad. Hay un preso y otro procesado, pero no se sabe bien cuál es el grado de participación real de cada uno. Aparentemente, el que era mi custodio habría abierto el camino para dar la llave o la fórmula para entrar. Tuvo contactos con los ladrones previo al robo y se supone que fue parte de la maniobra.

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